Hace unos meses, me crucé con una chef.
Una señora con muuuuuuchos años de experiencia en la cocina.
Llamémosla Martha. Martha es una crack en la cocina, y se le da muy bien trabajar para otros, pero cuando se trata de venderSE, se transforma en un fantasma.
Y no porque no necesite el dinero, lo necesita. Sino porque tiene más miedo que Scooby-Doo en un cementerio. A pesar de tener décadas de experiencia, piensa que no está a la altura.
Sí, es síndrome del impostor.
Síndrome del impostor y otras cosas, pero quedémonos con síndrome del impostor.
En un momento de su vida vendía productos por catálogo, y sí, también le costaba mil mundos ofrecerlos…
Una vez fue a un evento en una comunidad de mujeres (que ya conocía), y llevó el catálogo, pensó que era una buena oportunidad para ofrecerlo a todas sus potenciales clientes.
Mientras iniciaba el evento, todas conversaban, menos ella, que tenía un diálogo mental al estilo Hamlet: sacar o no sacar el catálogo, vender o no vender, esa era la cuestión…
Se quedó en blanco.
Mientras tanto, una chica nueva, menos conocida que un extra en una película de Vin Diesel, llegó y sacó un catálogo igualito, ¡Se puso a vender como si no hubiese mañana!
Y Martha ahí, viendo cómo la chica vendía a CASI TODAS las mujeres presentes.
Imagínate la impotencia. Me lo cuenta, y se molesta porque no hizo nada, lo recuerda con bastante dolor.
Ni ofrecía sus servicios de chef, ni el catálogo.
Desde entonces, Martha sigue con la timidez. Pero es tarde. Con los años se enfermó, y casi no puede ni sostener una sartén.
¿Te pasa igual que a Martha?
Podría decirte toooodo lo que aprendemos de esta historia, como que, enfrentes tus miedos, aproveches las oportunidades, la proactividad, que aprendas de tus errores, hasta que aproveches que tienes salud, y todo eso.
Pero, con lo quiero que te quedes es que:
Todos tenemos algo que ofrecer al mundo, y si no le estás sacando provecho, alguien ahí fuera, sí lo hará.
Que no te pase lo mismo por posponer dar el primer paso.
Cuéntame tu idea, y te respondo con una idea :)
adriana
Hay una película alemana sobre una cocinera que se llama Bella Martha, interpretada por Martina Gedeck. Me ha llamado la atención la coincidencia.
No hay desarrollo profesional sin desarrollo personal. Si no somos capaces de transmitir el valor de lo que vendemos, mejor que nos dediquemos a otra cosa.
Es que a veces creemos que todo es facil de hacer ( porque vimos que es facil para ella seguro es facil para mi tambien, no vimos el proceso), todo requiere de esfuerzo y vencer tus propios temores, me encanta enfrentarme a lo que no me gusta (siempre que ayude a mi desarrollo personal), pasito a pasito, para saber que ofrecer al mundo. Que maravilloso mensaje Adriana...