Nunca fui buena deportista.
A pesar de intentar varios deportes, no continué en ninguno. De hecho, recuerdo que probé Tenis, y en la primera clase al intentar entrenar a la par de los que ya tenían tiempo, vomité delante de toda la clase y bueno.
Años después, en Bogotá, al siguiente día de llegar me invitaron a trotar. Quise hacerlo a pesar de la altura y el clima. También vomité.
Qué recuerdos te cuento.
Por eso durante muchos años pensé “el deporte no es para mí”.
En la pandemia con el sedentarismo me puse a contar los pasos diarios, y tampoco es que hacía gran cosa. Luego, me di cuenta de que había un gimnasio cerca de la casa, y quise intentar.
El problema era que me daba vergüenza vomitar, claro, y también lo que pensaran de mí, de la nueva. Que descubrieran que era mi primera vez haciéndolo, y que me vieran toda enredada con las mancuernas, o las máquinas, que me cayera en la trotadora, o cualquier tragedia viral de TikTok.
Iba por no dejar. Y a diferencia de Thor, yo sí me saltaba los días de piernas, me parecía pagar por sufrir.
En realidad iba porque a mi compañero (quien iba contentísimo) le daban un bono por hacer ejercicios cada día, bueno y quién no iría contentísimo así. De todos modos, gracias empresa con beneficios que nos hizo ir al gimnasio, a ambos.
Continúo, que me desvío.
Cuando comencé a ir con más frecuencia, me di cuenta de que cada quien (hay espejos en todas partes, ya lo sabrás si has ido a un gimnasio) estaba en lo suyo. Nadie estaba pendiente de cómo yo intentaba descifrar el funcionamiento de máquinas que parecían Transformers.
Y en ese momento todo cambió, comprenderlo fue una epifanía.
Darme cuenta de que nadie está tan pendiente de lo mío, sino que cada quien en lo suyo.
Este aprendizaje me ha hecho hacer cosas (nuevas) por mí.
Además, las endorfinas, dopamina, oxitocina, serotonina y demás cosas que terminen en -ina, nos hacen bien, y nos ayudan a generar buenas ideas.
Todo este asunto lo recordé la semana pasada, cuando me atreví a hacer por primera vez un audio evento sobre la ética de la escritura fantasma con una compañera MAJA. Ni hablarte de las náuseas. Pero te cuento que al hablar han surgido ideas tan GUAY, que recuerdo de nuevo:
Al hacer cosas por primera vez (y por nosotros), liberamos las hormonas que nos ayudan a tener ideas geniales.
No sé si lo tenías en el radar, pero puede darte un empuje al momento de idear.
Eso.
Te deseo que hagas algo por primera vez, pronto.
adriana :)
PD: Cada jueves son los audio eventos. Jueves a las 11 am Perú, y a las 18 en España.
PD2: A mi compañera, la maja, la encuentras aquí.
Llevo largo intentando empezar algo que sé que será de beneficio para mi. A veces me pregunto por qué no me he lanzado de una vez con todo y sin miedo, pero si, el miedo está allí presente siempre. Ese temor a fracasar quizás. Pero en el fondo sé que hay algo más terrible a lo cual debo temer verdaderamente: el Tiempo, que sigue su curso sin esperar a nadie. Sé que si no lo intento pronto, voy a arrepentirme cuando el tiempo me haya arropado.
Me encanta, la importancia de la dopamina... Marian Rojas una psiquiatra estudia mucho las sensaciones a las que te refieres, dice que: "La dopamina, a menudo denominada "hormona del placer y la recompensa", desempeña un papel crucial en los circuitos de recompensa de nuestro cerebro. Es responsable de nuestra motivación, concentración e incluso adicción." y mientras mas experiencias nuevas mas dopamina, qué buena enseñanza la tuya.